Nacho Vigalondo es un cineasta aventajado. Tiene la gran suerte de haber sabido aprovechar los recursos que ha tenido a su disposición en cada momento para contar no tanto historias como efectismos. Y no quiero ser malinterpretado, me refiero al significado menos eufemístico del término.
No hay más que pararse a observar los dos primeros largos del director cántabro, Los cronocrímenes (2007) y Extraterrestre (2011), para darse cuenta que se trata de dos virguerías narrativas frescas y originales, dos propuestas insólitas (o al menos dos géneros ya conocidos aunque enfocados desde un novedoso punto de vista) que destacaban por estar muy inteligentemente construidas. Lo mismo ocurre con los cortometrajes del realizador, cuyo principal atractivo ocurre en el subtexto del giro de guión que caracteriza sus desenlaces, histriónicos y sarcásticos. Prueba de ello son sus obras Una lección de cine (1999), 7:35 de la mañana (2003), Domingo (2005) o la muy reciente Carlota (2013).
Open Windows (Nacho Vigalondo, 2014) cuenta una noche en la vida de Nick Chambers, quien tras viajar hasta Austin como parte de un concurso para conocer a su actriz de cine predilecta, Jill Goddard, es informado de la cancelación de la reunión por parte de una misteriosa persona que contacta con él a través de Internet y que, poco a poco, le introduce en un entramado de extorsión y secuestro del cual Nick parece ser la pieza clave. Vigalondo da el gran salto en su tercer largometraje y se agencia como protagonistas a Elijah Wood, también conocido como Frodo, y a la ex-actriz de cine X Sasha Grey, reconvertida en estos últimos años en un icono de auto-superación profesional al haber sido protagonista de una de las últimas películas de Steven Soderbergh, The Girlfriend Experience (2009), y haber publicado la novela erótica La sociedad Juliette el año pasado. Ambos, junto a Neil Maskell, famoso por su participación en una de las mejores mini-series británicas del 2013, Utopia, son los encargados de dar forma al entramado tecnológico del cual Vigalondo sale más que airoso, sale triunfante, bordando el último tercio de la película con un envidiable sentido del ritmo.
Open Windows continua con la senda emprendida por el cineasta y, en este caso, prevalece el efectismo técnico al narrativo. Empleando los recursos del suspense, el director construye su historia, que bien podría describirse como una intriga à la Hitchcock 2.0, a través de la multipantalla, por lo que las actuaciones de los personajes se ven obligadas a ajustarse a las reglas de este novedoso formato. La gran pantalla del cine se convierte en la pequeña pantalla del ordenador del protagonista y Vigalondo se enfrenta al difícil reto de narrar su historia estrujando al máximo las posibilidades que la tecnología informática puede ofrecer hoy en día. Sí que es cierto que, pese a que el estatismo de una web-cam podría a la larga resultar demasiado pesado y cansino para el espectador, el cineasta aprovecha los pequeños matices de ciencia-ficción que incluye en la película para ir más allá de lo establecido y sorprender al espectador con composiciones audiovisuales igual de alucinantes que irreales, tales como una imagen tridimensional de un automóvil generada a partir de múltiples cámaras esféricas situadas en el maletero del coche.
La gran ventaja del largometraje, y aquí se intensifica la genialidad de Vigalondo, es que crece a medida que avanza debido a que el guión no quiere aferrarse a la artificiosidad del formato que se utiliza para ponerlo en escena. La multipantalla es una forma de contar la película, pero no es la única. Es más, de haberse utilizado un punto de vista objetivo (es decir, de haberse rodado la película con una cámara que no intercediera en el transcurso de la acción), la historia seguiría resultando amena, entretenida y curiosa. Como se ha comentado antes, aunque el efectismo técnico prevalece ante el narrativo, no hay por qué desdeñar el segundo. Open Windows, a diferencia de lo que comunica su campaña de marketing, no se inscribe dentro de los parámetros del found-footage puesto que no existe un “material encontrado”. El juego del gato y el ratón entre Nick Chambers, Jill Goddard y su asaltante enmascarado se produce en directo, a tiempo real, en un tramposo plano secuencia que dura exactamente cien minutos en las vidas de los personajes.
Vigalondo está de vuelta en las pantallas españolas con un título muy ingenioso e inteligente, aunque mucho más enfocado al puro entretenimiento que sus dos anteriores trabajos. Open Windows no tiene las múltiples lecturas de Los Cronocrímenes ni el subtexto emocional de Extraterrestre, aunque reflexiona en sus últimos minutos, a modo de epílogo, sobre el anonimato, la fama y la pérdida de la propia identidad. Sin embargo, siendo la obra de una mente ávida por provocar a todo aquel que presencie sus creaciones.
JUAN PRIETO
Tráiler de Open Windows
Título: Open Windows
Título original: Open Windows
Director: Nacho Vigalondo
Guión: Nacho Vigalondo
Música: Jorge Magaz
Fotografía: Jon D. Domínguez
Reparto: Elijah Wood, Sasha Grey, Neil Maskell, Adam Quintero, Ivan Gonzalez, Rachel Arieff, Jaime Olias, Jake Klamburg
Productora: Wild Bunch, Apaches Entertainment, Antena 3, Woodshed, EITB, Canal +
Año: 2014
Duración: 100 min.
País: España