Star-crossed es una serie estadounidense de la cadena The CW que nos cuenta la clásica historia del amor imposible y prohibido de Romeo y Julieta pero, en lugar de Capuletos y Montescos, los bandos enfrentados son en este caso terrícolas y alienígenas. Es una suerte para el caso que los alienígenas, llamados Atrianos, difieran poco o nada externamente de los humanos, ayudando así a dar credibilidad al romance.
Buscando el contrastado éxito de un triángulo amoroso estilo Crepúsculo (Twilight, Catherine Hardwicke, 2008), como ya hizo La huésped (The Host, Andrew Niccol, 2013) sin demasiado éxito, esta serie nos sitúa en un futuro en el que los humanos intentan comenzar a integrar algunos extraterrestres a la vida normal mientras mantiene al resto aislado en guetos que recuerdan a los de la Distrito 9 (District 9, Neill Blomkamp, 2009) y cuyo principal exponente se apoda El Sector. Este grupo de atrianos, que ha de servir como prueba piloto y ejemplo para la integración de los mismos en todo el mundo, no es otro que un grupo de jóvenes guaperas que asistirá al instituto local mezclándose con el resto de alumnos. Evidentemente, terreno abonado para el romance, pues la diferencia entre estos visitantes venidos del espacio y los terrícolas no parece ser otra a nivel externo que unos tatuajes. En el caso del principal protagonista entre este grupo, se añade por supuesto un aire de guaperas reflexivo y una aureola de líder rebelde y con nobleza caballeresca. Este parece ser el punto en el que falló la película La huésped (The Host) pues quizás esos ocupantes de cuerpos humanos se alejaban demasiado de lo estándar y frenaban la identificación del público con los personajes.
Star-crossed añade a este romance juvenil a tres bandas la lucha de los oprimidos organizados en resistencia, emulando al clásico V (1984–1985) pero a la inversa, aparte de las tensiones internas dentro de ambos bandos. Todo focalizado en un instituto americano y con la sombra de sospecha de que estos visitantes poseen en secreto una cura para todas las enfermedades que padece la raza humana. No faltan los infiltrados en el equipo contrario y los affairs colaterales para rematar esta mezcla de cosas ya vistas que resulta sorprendentemente interesante.
En cuanto al reparto, pocas caras conocidas y la típica pareja de protagonistas que, al estilo Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210, 1990–2000), parecen tener en realidad muchos más años de los que pretenden aparentar por mucho que se vistan de colegiales, se peinen con excesiva gomina, y se cuelguen una mochila al hombro. Parece que Hollywood prioriza una vez más las ventajas contractuales o la estética de los mayores de edad a la hora del casting.
De fondo de toda la trama, una bonita historia en la que nuestros dos protagonistas, Emery y Roman, se conocieron diez años atrás, siendo niños, en la noche de la accidentada llegada de los aliens a la Tierra cuando su nave se estrelló una fatídica noche en nuestro plantea, por supuesto en territorio estadounidense. Mientras los recién llegados y el ejército se masacraban mutuamente, nuestro jovencísimo protagonista se refugió en casa de una inocente niña que le escondió y acogió con ternura hasta que los militares finalmente le dieron caza. Allí nació el respeto y el cariño de este niño y futuro líder precoz de la comunidad alien hacia una raza que sus compañeros consideran violenta por naturaleza. Al reencontrarse estos dos personajes años después, como reza la canción, «el amor está en el aire» des del primer momento.
La serie, estrenada el 17 de Febrero pasado en Estados Unidos y producida por CBS Television Studios y Warner Bros. Television, está creada por Meredith Averill y cuenta con Aimee Teegarden, Matt Lanter, Malese Jow, Greg Finley, Natalie Hall, Chelsea Gilligan y Grey Damon entre otros actores. La serie alterna las relaciones personales entre atrianos y sus conflictos internos con su proceso de integración con los maquiavélicos planes de las organizaciones que desde la sombra pretenden provocar el fracaso o el éxito del arriesgado proyecto y los amores típicos de instituto. Una mezcla que sobre el papel no puede fallar y que en pantalla resulta mejor a cada capítulo.